FECUNDIDAD = PROGRESO

Entrevista con el renombrado historiador italiano Prof. Angelo Bertolo, católico de profunda convicción, que cree que tanto la fe como la razón nos enseñan que las altas tasas de natalidad conducen al progreso humano, no al desastre malthusiano. Además, es un viejo amigo y seguidor de Population Research Institute – PRI y de su presidente, Steven Mosher.

PRI: Profesor Bertolo, a menudo se dice que la historia es la clave para entender el presente y el futuro. En su opinión, ¿Cuáles son las lecciones de la historia respecto de las tasas de natalidad?

AB: La historia nos enseña claramente que hay una correlación directa entre la fecundidad -es decir, las tasas de natalidad- y el progreso de las civilizaciones. Mi estudio de la demografía histórica, de la subida y caída de diferentes culturas y civilizaciones durante miles de años, me ha enseñado que los beneficios de las altas tasas de natalidad incluyen un rápido progreso económico, así como una explosión de la creatividad.

Lo contrario también es cierto. Las civilizaciones y sociedades con bajas tasas de natalidad suelen retroceder no solo económicamente sino también en otros niveles, y a veces colapsar por completo.

El genio creativo en la literatura, las artes, las ciencias y la tecnología florece con generaciones sucesivas de altas tasas de fertilidad.

PRI: Ud. es un católico devoto. ¿Cómo influye la fe en su labor científica?

AB: Creo que todos y cada uno de los bebés son una bendición. Y mi punto de vista provida no es solo una cuestión de fe, sino que está sustentado por mi trayectoria académica de toda una vida. La historia del crecimiento de la población y su relación con el progreso social y científico dejan claro que hay múltiples razones para ser un defensor de la vida. La historia nos muestra los benéficos resultados de acoger a los niños entre nosotros. La fertilidad es una probada expresión de optimismo.

Tener confianza en la vida es tener fe en el futuro. Uno puede reconocer este optimismo por la vida de muchas maneras. Desde una perspectiva histórica y científica, el optimismo de la vida se expresa por la existencia del ser humano mismo, porque él -el ser humano- ha demostrado ser el recurso más valioso que tenemos. Adicionalmente, este optimismo puede ser revelado a través de una perspectiva religiosa como esperanza y evidencia de lo trascendental. La vida trae felicidad, aunque sabemos que no es perfecta, porque como católicos, sabemos que Jesucristo es el único que nos trae la felicidad eterna.

PRI: ¿Ud. cree que este optimismo por la vida se ha perdido en el mundo contemporáneo?

AB: Nuestro mundo contemporáneo ya no tiene esta confianza en la vida o en el futuro de la humanidad. He pasado gran parte de mi carrera luchando contra las ideas falsas de controladores de población como Thomas Malthus, quienes creían que el crecimiento de la población es el problema. La teoría que Malthus presentó ya hace mucho tiempo intentaba convencer a los individuos que la tierra tenía recursos limitados que eventualmente se iban a agotar. Argumentó que cuanto mayor fuera la población, más fácilmente se consumirían nuestros valiosos y limitados recursos y bienes. Malthus y otros controladores de población también creían que las poblaciones más pequeñas tendrían una mejor oportunidad de mantener el bienestar económico y no se les requeriría compartir esos recursos limitados con otros.

Muchos están totalmente convencidos que estas afirmaciones son verdades incuestionables. Y he luchado para demostrar que estas creencias no podrían estar más lejos de la verdad. Mientras que el  malthusianismo sostiene que la escasez de tierra y recursos agotables son una razón para limitar el crecimiento de la población, yo sostengo que esa teoría falla al no tener en cuenta que se pueden descubrir nuevos recursos. Tampoco considera la productividad del ingenio humano como sucede con los avances tecnológicos y otros descubrimientos que el hombre ha desarrollado a lo largo de la historia. Gracias al ingenio humano hay más comida disponible para cada individuo en la Tierra que hace dos siglos.

PRI: En PRI creemos que la economía a menudo no toma en cuenta el «capital humano». ¿Podría explicarnos por qué los malthusianos dicen que un agricultor se vuelve más rico con el nacimiento de un ternero, y se vuelve más pobre -en términos per cápita- con el nacimiento de un niño? Al parecer, eso tendría sentido.

AB: La ideología maltusiana plantea el concepto de que gran parte de la población está ociosa y por lo tanto produce cero, o incluso un margen negativo. En consecuencia, si se pudiera eliminar parte de esa población, la economía demostraría que un país con una población más pequeña sería, en efecto, más rico.

Para contrarrestar esta noción, debemos ver esto no como un problema de crecimiento de la población, sino como un serio problema de gobernanza. Los órganos de gobierno deben ser más inteligentes para proporcionar mejor infraestructura social como educación y servicios de salud, así como infraestructura física como energía, transporte y planificación urbana. El problema sigue siendo de gobernanza, no de crecimiento demográfico.

PRI: Muchos creen que el crecimiento demográfico causa problemas sin solución. ¿Ud. qué opina?

AB: Una extensiva propaganda ha convencido a la sociedad secular de que una población numerosa conlleva necesariamente a mayores problemas. Por esta razón, la fertilidad se ha visto como una elección entre aceptarla como expresión de mi libertad o rechazarla para salvar al mundo. Aquellos que ven la fertilidad como una molestia -y por lo tanto algo que debe ser limitado por la anticoncepción o terminado por el aborto- tienen una visión pesimista, una falta de fe, en el futuro. Objetivamente hablando, estas personas están trabajando en contra de los intereses generales de sus países en todos los sentidos, incluyendo el sentido económico.

No es casualidad que la sociedad secular espera que el mundo considere el aborto como un derecho humano fundamental. Intentan destruir la cultura de los derechos humanos, entendida hace mucho tiempo como que todos los seres humanos somos iguales en dignidad. Al impulsar esta agenda, ellos también destruyen lo que una vez fue considerado como el objetivo más alto en civilizaciones exitosas: la protección de la vida humana.

PRI: Europa está en medio de un invierno demográfico. ¿Cómo cree Ud. que afectará el futuro de ese continente?

AB: Hay una ley de la naturaleza por la cual las altas tasas de natalidad conducen a un mayor progreso para la humanidad en su conjunto y en particular para aquellas civilizaciones que las han promovido. Por lo tanto, la disminución de la población implica pérdida de avances científicos y tecnológicos y deterioro del nivel de vida económico, por no mencionar que la baja fecundidad puede llevar a la extinción misma de esa civilización.

PRI: Si Europa, o al menos algunos países de Europa como Hungría y Polonia, lograran revertir el descenso de su población, ¿qué cambios se producirían?

AB: Con un aumento demográfico sustancial no solo se producen las condiciones para un mejor nivel de vida económico, sino también una mejor cultura. Estudiando la evolución de poblaciones en aumento, he visto que esas civilizaciones desarrollan una «personalidad» diferente que se expresa en forma de un florecimiento de las artes tales como poesía, filosofía, y literatura.

Los sentimientos más altruistas suelen practicarse en poblaciones crecientes, y que históricamente siempre han desafiado lo convencional. El filósofo G.B. Vico (1668-1744) una vez escribió que «los hombres sienten con un alma perturbada, con emociones perturbadas». Creo que los tiempos de «emociones agresivas y perturbadas» son tiempos de fermento, de ingenio. Grandes personajes como Dante, Galileo, Shakespeare y Newton fueron productos de tales sociedades con poblaciones crecientes.

La creatividad que viene con un aumento demográfico sustancial es una especie de fenómeno antropológico. A lo largo de la historia de la Iglesia Católica, hijos de familias numerosas, tanto de Occidente como de países en desarrollo, se caracterizan por una exquisita reverencia hacia Dios. Muchos de los miembros de familias numerosas estaban dispuestos a sacrificar sus vidas con lo que G.B. Vico habría llamado votos casi «irracionales» de castidad, pobreza y obediencia. Las familias grandes tienen mucho optimismo por la vida y confianza en el futuro. Este optimismo las animó a abrazar la tarea de ser fecundos con gran esperanza y alegría. Los convierte en ejemplos primarios para las generaciones futuras.

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