El Comité de Vigilancia Ética y Deontológica del Consejo Nacional del Colegio Médico del Perú (CMP) respaldó la posibilidad de aplicar la eutanasia si es que los cuidados paliativos no surten el efecto deseado en un paciente, a pesar de que esta práctica es un delito en el país.
En Perú la eutanasia voluntaria de una persona con dolor intolerable, producto de una enfermedad incurable, es catalogado como un delito de homicidio, y puede ser penalizada con hasta tres años de prisión.
En el documento al que tuvo acceso el medio local Peru21, el CMP expresó solidaridad con Ana Estrada, una mujer peruana que padece una enfermedad incurable y que reclama al estado peruano el supuesto derecho a la eutanasia. La muestra de apoyo se da en el marco de una audiencia judicial que se realizará el 7 de enero y que busca resolver una Acción de Amparo presentada por la Defensoría del Pueblo del Perú en febrero de 2020, la cual pide que Estrada decida sobre el cese de su propia vida.
Estrada, de 44 años, tiene polimiositis, una inflamación muscular crónica, que la ha dejado paralizada y en silla de ruedas.
Alfredo Celis, presidente del mencionado comité del CMP, explicó que “si las medidas y los cuidados paliativos no surten el efecto que se espera, ahí surge la posibilidad de la eutanasia” o “muerte digna, que es el derecho a morir con dignidad”.
“Ana Estrada pide una voluntad anticipada y que quien lo haga no sea penalizado; es decir, que a la persona que lo haga no la metan presa”, dijo Celis.
En declaraciones a ACI Prensa, la directora de la Asociación Origen, Giuliana Caccia, aseguró que “lo primero que hay que tener claro es que tanto la eutanasia, como el suicidio asistido y el aborto, son parte de una agenda que busca instaurar la cultura de la muerte en un país”.
Dijo que “esto obedece, entre otras cosas, a que estas prácticas dinamizan un negocio millonario a escala mundial y beneficia a las ONG que las promueven”. “Vienen en combo, uno tras otro. Es importante tener presente este ángulo en el gran escenario para poder entender cómo funcionan estas agendas”, dijo.
En segundo lugar, Caccia cree que “la narrativa que poco a poco se va asentando en la sociedad, que pretende legitimar esas prácticas, tiene como trasfondo la relativización de la vida humana y de la dignidad de la persona”.
“En este panorama, ¿qué se puede esperar de una sociedad en la que vivir y morir no dependen de la naturaleza sino de la decisión de un grupo de personas con opiniones subjetivas sobre quién es digno o no de vivir? Ese es el primer gran problema: la eliminación radical de nuestros derechos inalienables”, lamentó la también Magíster de Matrimonio y Familia por la Universidad de Navarra.
“Conocemos varios casos en la historia en los que alguien decidió quién era digno de existir y quién no, y cómo acabaron. Hay que aprender de la historia para no volver a cometer los mismos errores”, comentó a ACI Prensa.
Para Caccia, otro gran problema “es que se vende la bondad de estas intervenciones como algo optativo”.
“Es decir, ‘si no quieres abortar, no abortes. No es obligatorio’. Eso es una gran mentira. Por ejemplo, en Argentina, la nueva ley aprobada a favor del aborto penaliza a los médicos que no quieran colaborar con la ejecución de un aborto, directa o indirectamente, hasta el punto de quitarles las licencias profesionales. Esto es un totalitarismo y una violación inminente no solo del derecho a la vida, sino a la libertad de conciencia. La cultura de la muerte es eso: imposición y persecución a los que no quieren alinearse a dicha forma de vida”, recordó.
Respecto al tema de la “dignidad de la muerte”, Caccia recuerda que esta “se entiende en el marco de la naturaleza humana”, y que “eso lo debería saber cualquier médico que tome en serio su juramento hipocrático”.
“En este caso, como en todo lo que tiene que ver con la agenda ideológica que trae la cultura de la muerte, se manipula el lenguaje para vender como bueno algo que no lo es. Es una estrategia que tiene como fin precisamente vaciar conceptos que definen los valores y transformar la cultura de una sociedad”, explicó.
También dijo que, para conseguir esos objetivos, “usan palabras talismán que validan conductas poco éticas hasta que dichos términos se logran instaurar como lo políticamente correcto”.
“¿Quién puede estar en contra de una muerte digna? Nadie. Pero para eso primero hay que redefinir lo que es una muerte digna. ¿Alguien en su sano juicio podría negarse a respetar un derecho humano? Nadie. Por eso hay que repetir el mantra de que el aborto es un derecho humano hasta que cale en la cultura. Lo mismo sucede con la eutanasia. Es una estrategia que ya es conocida y que cada vez se hace más evidente. Lo triste en este caso es que profesionales que supuestamente estudiaron para proteger la vida humana se presten a este macabro juego ideológico”, lamentó Caccia.
Respecto al caso particular de Ana Estrada, la directora de Origen dejó en claro que “es muy triste y dolorosa”, y cree que “nadie debe juzgar lo que ella puede estar sintiendo o deseando”.
“Sin embargo, en esa línea y despersonalizando el tema, también hay que tener claro que uno no puede legislar en base a sentimientos personales. El Estado debe promover aquello que es bueno para la sociedad y asistir a las personas que por algún motivo no pueden acceder a todo aquello que sería ideal para una vida digna”, comentó.
Finalmente, Caccia pidió no dejarse “sorprender que lobbies con intereses económicos particulares tomen casos emblemáticos como el mencionado para llevar adelante su propia agenda”.
“Lo vemos todo el tiempo y es su modo de operar ya que tratan de legitimar su postura a través de lo sentimental ya que legal o éticamente hablando perderían cualquier debate. En tiempos de subjetivismo, la mejor manera de apelar no es la razón ni la ciencia, sino más bien el sentimiento. Es paradójico porque es algo que estas mismas personas que promueven la cultura de la muerte critican de la religión”, criticó.
“En cuanto a los médicos, quisiera pensar que en el Perú son la minoría los que tienen esta postura anticientífica. Es imposible entender la problemática de lo que estamos viviendo en estos temas sin verlo en la complejidad en la que se desarrolla. Los lobbies son hábiles y tienen recursos. Saben por dónde, cómo y con quién moverse”, concluyó.
Quien también se refirió sobre la eutanasia fue el Arzobispo Metropolitano de Piura y Tumbes, Mons. José Antonio Eguren Anselmi. Durante la Misa del 27 de diciembre pidió estar “vigilantes y alertas ante cualquier intento por despenalizar la eutanasia en el Perú”.
“En Chile, lamentablemente avanza en ese sentido un proyecto en la cámara de diputados, y ni qué decir en la siempre influyente España”, advirtió.
Mons. Eguren reafirmó que “la vida humana es siempre un bien intangible e inalienable, del que nadie puede privar a otro, ni siquiera bajo pedido”. “No existe el derecho a disponer de la propia vida, no existe el derecho a disponer de la vida de otros. La eutanasia es un crimen contra la vida”.
“Incurable no es sinónimo de ‘poco valor’, ‘menos dignidad’ o ‘in-cuidable’. Estar con el enfermo, acompañarlo escuchándolo, haciéndolo sentirse amado y querido, es lo que puede evitar la soledad, el miedo al sufrimiento y a la muerte, y el desánimo que conlleva, elementos que hoy en día se encuentran entre las principales causas de solicitud de eutanasia o de suicidio asistido”, concluyó el prelado.
Fuente: Perú21