Con frecuencia, los padres recientes temen el momento en que sus hijos les pregunten por cuestiones sexuales. En muchas ocasiones, creen de forma inocente que estas cuestiones no llegarán hasta la adolescencia, pero el trago llega mucho antes.
Tal y como explica Pedro Pérez Cárdenas en La educación sexual de los hijos (Digital Reasons 2017) a partir de los cuatro años “puede ir surgiendo alguna pregunta cuya contestación debe acomodarse a su capacidad de comprender, anticipándose ligeramente a su natural curiosidad”.
Las tres preguntas que seguro nos van a hacer los niños a partir de esa edad son en apariencia sencillas (¿De dónde vienen los niños? ¿Cómo nacen? ¿Cómo llegan al vientre de la madre?), pero encontrar las palabras adecuadas puede ser complicado por diversos motivos como la falta de preparación o la vergüenza.
Luego llegan otras relacionadas con las primeras, según pasan los años, sobre la menstruación, las poluciones nocturnas, la masturbación, las relaciones sexuales, el aborto, la homosexualidad, la anticoncepción o el matrimonio.
Lo que es seguro es que hay que afrontarlas, atendiendo a las particularidades de cada hijo, para un crecimiento integral y armonioso de la afectividad y la sexualidad.
Del libro de Pérez Cárdenas se pueden extraer algunos trucos para afrontar esta esencial tarea:
1.- Sin cuentos
El hijo busca respuestas y los padres deben asumir su responsabilidad para atenderlo “pero en ningún caso hay que engañarlo con cuentos o leyendas de cómo vienen al mundo los niños. Las cigüeñas deben ser liberadas de tan pesada carga”.
Y advierte: “Las respuestas que se den a los niños nunca deben guardar mentiras. El posterior desengaño podría llevar a un alejamiento”.
2.- Pene y vagina
Hay que dar normalidad a los nombres de los órganos sexuales y no vulgarizar o banalizar. “Los órganos sexuales tiene sus nombres: pene, vagina, etc. igual que orejas, dedos, ojos” son nombres de otros órganos del cuerpo humano.
3.- Los padres son insustituibles
La forma en que los hijos son educados es un derecho de los padres. En el caso que nos ocupa, la educación afectivo-sexual, con mayor motivo. Los padres “no pueden ni deben ser suplantados por nadie”, explica Pérez.
“Ellos son los que más cuidado pondrán y los que mejor conocen el desarrollo de los chicos”, incide.
4.- Dedicar tiempo a los hijos
Los hijos deben ser la prioridad. A pesar de los problemas de conciliación de la vida laboral y familiar que atenazan la vida en los países occidentales, hay que encontrar la forma de hablar con los hijos y dedicarles tiempo. Los padres “tienen el derecho y el deber” de formar a sus hijos y, como subraya el autor “es urgente hacerlo”.
5.- No al silencio
Evitar los temas sobre sexualidad sólo hará que los hijos busquen las respuestas en otros ámbitos ajenos y que se quiebre la confianza paternofilial. “Nada de silencios cobardes. No debe haber ningún tema tabú”, sentencia Pérez.
El autor de La educación sexual de los hijos recuerda que no hay que esperar a que se presenten los problemas para abordarlos, sino que “se trata de prevenirlos”. “No se puede dejar en manos de extraños de desaprensivos o de la calle la educación de los chicos”, incide.
6.- Llenar algo más que el estómago
Los padres, en especial durante los primeros años, están preocupados en general por cómo crecen los hijos, sus vacunas, las revisiones pediátricas, que coman variado, que no les falte la salud.
Pero no se trata sólo de llenar su estómago “sino su inteligencia, y más aún, su voluntad, sus sentimientos y sus emociones. Los hijos necesitan alcanzar el dominio de sí mismos, la moderación, el respeto propio y por el otro, la formación del carácter, el espíritu de sacrificio, etc.”.
7.- La escuela completa, de acuerdo con los padres
Los padres son siempre los primeros educadores, de manera natural y por derecho. Pero la escuela puede ser un gran apoyo, siempre y cuando lo que aprendan los niños en ella esté de acuerdo y supervisado por los padres.
Por eso, Pérez recuerda que “la escuela secunda la tarea. No dejen que circule como cierta, la falsedad de que el Estado es quien cede algunos derechos a la familia; es exactamente a la inversa”.
8.- Revisa los libros de texto
Llega septiembre y la locura de comprar los libros. Más allá de quejarse de su precio o de su peso, o de manifestar pereza por la tarea de forrarlos conviene que, antes de que los niños se vean inmersos en sus páginas los padres les echen un vistazo, por si hay contenidos que no coinciden con los criterios propios.
A juicio de Pérez, “un buen profesor y unos buenos libros de texto sobre esta materia reconocerán que la formación afectivo-sexual no consiste en una instrucción sobre el comportamiento fisiológico de los órganos sexuales, ni tampoco en transmitir conocimiento teóricos de un programa establecido”.
Fuente: Actuall.