Un juzgado de París, en Francia, acaba de condenar a Laura Pora, activista LGBT, por llamar “homófobos” a los organizadores de las manifestaciones a favor de la familia La Manif pour Tous.
La sentencia, que será recurrida por la señora Pora, puede sentar un precedente sobre la táctica seguida por un sector del movimiento LGBT para rehuir, mediante la descalificación, el debate sobre su agenda ideológica.
Naturalmente, el lobby gay está furioso, porque le están quitando su piedra arrojadiza predilecta, la palabra «homófobo / homofóbico». Pero la razón le va ganando al odio ideologizado. Tomemos nota del caso francés.