“No estoy preocupado por el momento en que me pongan el goteo en el brazo, para mí es sólo una especie de anestesia” ha explicado este hombre que se preseta a la sociedad bajo el nombre ficticio de Sébastien para proteger su identidad.
Se trata de un joven belga que ha solicitado que se le aplique la eutanasia, legal en su país desde el año 2002, porque no puede aceptar su homosexualidad: “Siempre he pensado en la muerte. Desde mis primeros recuerdos, siempre estuvo presente. Esto es un sufrimiento permanente, es como estar prisionero en tu propio cuerpo”.
La mayoría de las personas a las que se les aplica la inyección letal son ancianos o enfermos terminales, aunque también hay personas con dolencias en estado no irreversible que también la piden.
En un 4% de los casosse autorizó la eutanasia por motivos psiquiátricos, no necesariamente graves. Basta con sufrir una depresión o un desengaño amoroso para que los médicos accedan a la petición.
Según asegura Sébastien a la BBC, ha vivido una infancia difícil porque su madre estaba enferma y en su casa regía una “estricta ética católica”. Considera que estos son los motivos por los que se siente atraído por los hombres jóvenes.
“Cuando crecí, conocí a un joven del cual me enamoré perdidamente. Los dos teníamos 15 años. Era algo inaguantable para mi. Yo no quería ser gay”
“Toda mi vida me ha llevado a esto”, lamenta Sebastien. “Mi madre tenía demencia, así que yo no estaba bien mentalmente. Estaba muy solo, era extremadamente reservado y muy inhibido físicamente. Tenía miedo de salir, de ser visto. Estaba todo el tiempo asustado y era considerablemente tímido”, añade.
El joven belga relata que “cuando crecí, conocí a un joven del cual me enamoré perdidamente. Los dos teníamos 15 años. Era algo inaguantable para mi. Yo no quería ser gay”.
No “apto” para la eutanasia
Tras someterse de manera voluntaria a 17 años de tratamiento terapéutico, Sébastien cree que no tiene otra opción que la eutanasia. Por eso dice estar dispuesto a todo para conseguir la aprobación de los médicos.
Este hombre ha asegurado que está decidido a llegar hasta el final porque se encuentra en “un constante sentido de vergüenza y sensación de cansancio, por sentirse atraído de gente de la que no debería sentirme atraído, como si todo fuera lo contrario de lo que hubiera querido”.
“Es muy probable que el paciente tenga problemas psicológicos relacionados con su sexualidad, pero no puedo encontrar ningún rastro de enfermedad psíquica real”
Los casos de los solicitantes son revisados por un comité que determinan si los pacientes son aptos para pedir que se les aplique la eutanasia. Uno de los encargados es el profesor de derecho médico de la Universidad de Lieja, Gilles Genicot, que considera que el caso de Sébastien no cumple con los criterios legales para pedir la eutanasia.
Genicot explica que “es muy probable que el paciente tenga problemas psicológicos relacionados con su sexualidad, pero no puedo encontrar ningún rastro de enfermedad psíquica real”.
Cuando el comité le preguntó a Sébastien si reconsideraría su decisión porque su homosexualidad no es suficiente motivo para pedir la eutanasia, ha reconocido que “si alguien me diera algún tipo de cura milagrosa, ¿por qué no? Pero por ahora, realmente no lo creo. Estoy demasiado agotado”.
A pesar de que él está convencido sobre el deseo de terminar con su vida, se ha mostrado nervioso por el efecto que puede producir su decisión en su familia: “Lo más difícil ahora es decírselo a mi familia. Conseguir una aprobación por su parte va a ser más delicado” concluye.
Los niños también pueden solicitarla
La ley vigente establece que los pacientes que la solicitan por enfermedad física deben demostrar un “sufrimiento físico o mental constante e insoportable”. Al menos dos médicos deben estar de acuerdo en aprobar la aplicación de la eutanasia.
En los casos psicológicos, tres médicos deben estar de acuerdo en que la eutanasia es la opción correcta. Es curioso porque los solicitantes deben ser “legalmente competentes y conscientes del tratamiento, además de hacer una solicitud voluntaria”.
La aplicación de la eutanasia en Bélgica no ha parado de crecer desde su entrada en vigor en 2002 y año tras año, las cifras de casos en los que se aprueba son más altas. No es de extrañar que estos números aumenten, dado que la ley sufrió una modificación en 2014 para permitir que los niños con enfermedades terminales también pudieran solicitarla.
La comunidad médica debate si estas facilidades deben ser iguales para los pacientes que solicitan la muerte por enfermedades mentales. La psiquiatra Caroline Depuydt, que trabaja en el hospital psiquiátrico Clinique Fond’Roy, en Bruselas, prefiere animar a los pacientes a buscar tratamiento adicionales, porque “siempre hay tratamientos que pueden funcionar”.