El lobby gay celebró una nueva edición de su marcha del orgullo gay el sábado 2 de julio en Lima. La Municipalidad Metropolitana les prohibió montar su escenario en la histórica Plaza San Martín, así que ellos, protestando una y otra vez, armaron su punto de partida y de llegada (con escenario para fiesta) en la Avenida de la Peruanidad, junto al Campo de Marte.
El sentido supuesto de este desfile es reivindicar supuestos derechos “negados” a la comunidad homosexual, como el matrimonio y la adopción. Sin embargo, una vez más lo que se vio fue escenas dignas de una discoteca homosexual en plena calle, con hombres en pequeños shorts, abundantes travestis, algunos que simulaban ropa de sadomasoquismo.
Había quienes hacían una “lluvia” de condones, mientras que los carros alegóricos regalaban banderines gays que eran al mismo tiempo entradas con promoción a fiestas homosexuales que se realizarían por la noche.
Este año, de paso, se animaron a poner a una prostituta disfrazada de la Virgen María (con una vagina en el pecho, como si fuera un corazón), para diversión de los congresistas pro-gay que asistieron a la marcha.
¿Esto reivindica qué? ¿Derechos? ¿O es solo una fiesta obscena llevada desde el más oscuro antro homosexual a las calles de la capital?