Por Steven W. Mosher
Continúa acumulándose la evidencia de que Trump obtuvo muchos más votos -y Biden muchos menos. Son muchísimos más votos de los que los medios de comunicación han reportado a la fecha, especialmente en los estados críticos de Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Georgia, Arizona y Nevada. Si ésta hubiese sido una elección limpia, en la que se hubiera contado cada voto legal y cada voto ilegal hubiese sido rechazado, Trump ya tendría más de 300 votos del Colegio Electoral. Y Joe Biden habría aceptado su derrota la misma noche del 3 de noviembre.
Pero obviamente esa no es la situación en la que nos encontramos.
Las autoridades políticas corruptas que dirigen los estados decisivos, o al menos las grandes ciudades y los condados más poblados dentro de esos estados, han participado en un fraude electoral en una magnitud sin precedentes históricamente. Prácticamente todos los centros de poder en nuestro país, desde la Big Media y la Big Tech hasta Hollywood y Wall Street, están tratando de negar el triunfo al verdadero ganador de la contienda presidencial, y cínicamente han proclamado como presidente electo a quien quedó en segundo lugar.
Si fuera por ellos, no tendrían ningún reparo en acompañar a un impostor juramentando el 21 de enero como el 46º Presidente de los Estados Unidos.
Pero para que eso sucediera, el 45º Presidente de los Estados Unidos tendría que aceptar la derrota. Tendría que renunciar a buscar la verdad de lo que realmente sucedió luego de la noche del 3 de noviembre, cuando desaparecieron las enormes ventajas en el conteo de votos que llevaba.
Tendría que retirar todos los recursos judiciales que se han presentado en los tribunales federales y estatales en Michigan, Pensilvania, Georgia y Nevada. Estas demandas piden a los jueces que desechen las papeletas que fueron contadas ilegalmente después de que los observadores republicanos fueran desalojados, y que de alguna insólita manera todas fueron a favor de Biden.
Tendría que dejar de reunir pruebas sobre el fraude aún más masivo llevado a cabo por aquellos que programaron y controlaron los sistemas de votación electrónica cuyos nombres son Smartmatic y Dominion. Tendría que abandonar a los denunciantes que se han presentado arriesgando sus vidas para exponer los trucos que usaron para cambiar el resultado de las elecciones.
Y tendría que borrar su reciente Tweet que dice:
«INFORME: DOMINION BORRÓ 2.7 MILLONES DE VOTOS DE TRUMP A NIVEL NACIONAL. EL ANÁLISIS DE DATOS HA ENCONTRADO QUE 221,000 VOTOS DEL PRESIDENTE TRUMP PASARON A BIDEN EN PENNSYLVANIA. FUERON BORRADOS 941,000 VOTOS DE TRUMP. LOS ESTADOS QUE USARONN SISTEMAS DE VOTO DE DOMINION CAMBIARON 435.000 VOTOS DE TRUMP A BIDEN»
Pero nada de esto va a pasar. Trump no se ha retirado de una pelea nunca en toda su vida. Estoy aquí para decirles que este hombre nunca se da por vencido. Nunca.
De hecho, los histéricos ataques de la mafia mediática, la censura disimulada de los magnates de las redes sociales, y los ataques violentos de Antifa y BLM contra sus partidarios sólo sirven para animar más al presidente Trump. Si la campaña de Biden realmente no tuviera nada que ocultar, se unirían a él para pedir una revisión de las muchas irregularidades que se han detectado. Por el contrario, a medida que la evidencia continúa acumulándose, actúan como si estuviesen involucrados en un encubrimiento desesperado.
Hay también un tema primordial que motiva a luchar al presidente. Es la injerencia extranjera en las elecciones. Está quedando claro que una compañía extranjera, Dominion, que está conectada con Venezuela y China, ha interferido en las recientes elecciones. Esto es obviamente una gran amenaza para la seguridad nacional.
Como dijo Rudy Giuliani del equipo legal de Trump a María Bartiromo el pasado domingo, «Dominion es una compañía de izquierda radical,… y el software que utilizan lo hace una empresa llamada Smartmatic, una empresa fundada por [el dictador venezolano Hugo] Chávez. Dominion envía todo a Smartmatic. ¿Pueden creerlo? Nuestros votos son enviados al extranjero”.
La resuelta Sidney Powell, que lidera la investigación a Dominion, señala que el «dinero que creó [la empresa] salió de Venezuela y luego de Cuba. Es una gran conspiración criminal que necesita ser investigada por la inteligencia militar debido a sus implicaciones de seguridad nacional».
En conjunto, creo que la evidencia de fraude es abrumadora, tanto digital (computarizada) como analógica (papeletas de votación). Aquellos que conocen Dominion nos podrán decir lo fácil que es cambiar o borrar votos, mientras que los estadísticos y testigos nos dirán cuántos votos fueron afectados. Los cientos de declaraciones juradas que llegarán detallarán cómo se crearon las papeletas falsas y las papeletas extemporáneas, y que sin embargo, fueron contadas. Y lo más importante, se revelará la conspiración nacional e internacional detrás del mayor fraude electoral en la historia mundial.
Creo que hay muchos argumentos legales que se pueden utilizar para convencer a los jueces del fraude que se operó en Georgia, Nevada, Michigan y Wisconsin. Eliminado el factor fraude el triunfo sería de Trump. Solo ganando dos de esos estados, Trump alcanza entre 253 y 264 votos electorales.
Después de eso, queda simplemente Pensilvania. Aquí creo que la Corte Suprema ha señalado que está lista para actuar. Los jueces dictaminarán que las boletas recibidas el día de las elecciones después de las 8 p.m., ya separadas por orden del Juez Alito, son inválidas y no deben ser contadas. Adjudicando los 20 votos del colegio electoral de Pensilvania en la columna de victorias de Trump lo coloca sobre los 270 que se necesita para ser presidente 4 años más.
El 6 de enero de 2021, una Sesión Conjunta del Congreso se reunirá para contar los votos electorales y declarar al presidente Donald Trump ganador de un segundo mandato.
Un buen amigo sugiere que estoy siendo «audazmente optimista» al confiar en el sistema judicial. Quizás al citar sus palabras todos ustedes reconocerán de inmediato: «Me parece que si este golpe ha sido tan sistemáticamente organizado por gente muy poderosa y rica en todo el mundo (que creo que así lo ha sido), cuyas conciencias han sido ganadas por el maligno, entonces habrán estado igualmente preparados para detener cualquier litigio que pudiera socavar sus esfuerzos».
Ahora bien, estoy de acuerdo en que lo que estamos presenciando es un golpe de Estado, y que cuenta con el apoyo de una serie de perversos actores tanto en el país como en el extranjero, entre ellos China y Venezuela. Pero creo que hay suficiente probidad dentro de nuestro sistema judicial para juzgar imparcialmente estos asuntos sin retroceder por temor a las turbas de Antifa y la mafia mediática.
He escrito antes que los tres nuevos jueces de la Corte Suprema -Neil Gorsuch, Brett Kavanaugh y Amy Coney Barrett- son modelos de integridad judicial.
Para tomar prestada la frase del Arzobispo Viganó, son Hijos de la Luz. Como tal, no serán intimidados por los Hijos de la Oscuridad que se han levantado del Infierno mismo para destruir este gran país.
Llegará el día en que el gobierno del pueblo, para el pueblo, y por el pueblo desaparezca de la faz de la tierra. Pero ese día no es hoy.
Recen.
Steven W. Mosher is the President of the Population Research Institute and the author of Bully of Asia: Why China’s Dream is the New Threat to World Order.