Foto el Clarín
Carlos Beltramo, PhD
El 9 de agosto de 2018 quedará marcado para siempre en el calendario pro vida. En Buenos Aires se detuvo un proyecto de ley de legalización de aborto que ya tenía media sanción, es decir, que ya los diputados del país habían aprobado. No parecía posible dos meses atrás, pero muchas cosas cambiaron en las últimas semanas y esta vez para beneficio de la causa de los niños por nacer.
El 23 de junio un proyecto de ley de aborto muy agresivo recibió la aprobación de la Cámara de Diputados. Esa fue una jornada tormentosa y larga de debates. Y sobre el final, 3 diputados que habían dicho que votarían contra el aborto, cambiaron extrañamente su idea y apoyaron la legalización de la muerte de los bebés antes de nacer. Muchos en Argentina se indignaron. Y los políticos argentinos aprendieron lo peligroso que es la indignación de la gente buena.
Por el reglamento parlamentario argentino ese mismo proyecto debía recibir la aprobación de la Cámara de Senadores, la cual tiene una forma de composición distinta. Los diputados son elegidos de acuerdo a cantidades de personas que viven en un territorio: la Provincia de Buenos Aires cuenta con 35 diputados nacionales mientras que Tucumán, una de las más pequeñas del país, tiene 9. En cambio, los senadores se eligen por igual en cada provincia, es decir, Buenos Aires y Tucumán tienen 3 senadores cada una. Es lo que se llama “representación territorial”. Esto hace que la forma de representar al pueblo sea diferente en cada cámara.
Después de la aprobación por los Diputados los pro vida tenían un desafío: convencer a la mayoría de los 72 senadores de que rechazaran el proyecto de ley. No parecía fácil pero entonces comenzó algo que no se había visto en Argentina. Un abogado, Martín Zeballos, acuñó en el diario Clarín una frase que se repitió mucho: “Argentina tenía un gigante dormido que se despertó… y que tiene un pañuelo celeste”. Esto en referencia a la simbología de los que defienden la vida: el pañuelo celeste, como la bandera de Argentina. En cambio, los que buscan el aborto usan pañuelo verde, el mismo color de los billetes de dólar… un error estratégico que demuestra que “el demonio está en los detalles”. Además, se expandió un lema genial: “salvar las 2 vidas”, la de la mujer y la de su hijo.
Los pro vida empezaron a darse cuenta que debían jugar como actores políticos. Se dieron cuenta que sus Senadores atienden a las cantidades de votos en cada provincia. Y empezaron a hacer valer el peso de esos votos. Al inicio muchos pensaban que esta decisión tenía que ser un problema moral o un problema científico, es decir, el de saber que la vida comienza en la concepción y que las leyes deben protegerla. Pero después de más de 400 exposiciones de abogados, médicos, biólogos y hasta periodistas que fueron a hablar al Congreso en las comisiones de trabajo, empezó a resultar evidente que muchos legisladores utilizaban otros cálculos para tomar su decisión.
Entonces despertó el gigante dormido. Los pro vida empezaron a decir a los Senadores de sus provincias: “Si votas por el aborto, yo no voto por ti en las elecciones”. Y la estrategia empezó a resultar, sobre todo porque las próximas elecciones son en 2019 y muchos de esos Senadores quieren ser elegidos nuevamente como Senadores o como Gobernadores de sus provincias. Y entonces la presión política de los provida, antes inexistente, cobró mucho sentido.
Y como si fuera un milagro, uno a uno, poco a poco, los Senadores fueron reconociendo que el proyecto de Diputados estaba “mal hecho” y que ellos votarían para rechazar esa ley: iba creciendo la ola para que el aborto siga siendo ilegal en Argentina. Incluso los diarios más importantes del país, el Clarín y La Nación, reconocían que el aborto estaba derrotado antes de empezar el debate y la votación. El milagro fue fruto de mucho trabajo de los pro vida, de mucha movilización de la gente sencilla, pero más que nada de tomar conciencia del poder que los ciudadanos tienen en una sociedad democrática y que ese poder se exige, no se pide por favor. Entonces la calle ya no fue, durante esas semanas, el lugar de las manifestantes de la izquierda, sino que los provida ocuparon ese espacio, ese lugar, para exigir civilizadamente que no haya ley de aborto. Y el objetivo se cumplió. Después de la dura derrota en Dublín, Argentina cambió el eje del debate sobre el aborto y dio el ejemplo de que la gente puede parar la ola antivida mundial… con poco dinero, pero con muchas ganas y con ideas claras.
El “gigante dormido” de los pro vida argentinos se quedará despierto y activo. Son muchas las personas que ya no quieren abandonar la batalla en la política, en la calle. Los grupos que se armaron para hacer lobby contra el aborto ya están estudiando la forma de cambiar otras leyes anti vida. El próximo desafío será el nuevo Código Penal, que se estudiará pronto. Pero también le han dado un mensaje claro a los políticos: “estaremos atentos y solo votaremos a políticos que digan que defienden la vida y lo cumplan”. El escenario político argentino cambió para siempre. El pro vida ya nunca más será un tema menor. Y pronto veremos más y más Senadores y Diputados pro vida.
Pero esta victoria también es un mensaje muy claro para el resto de América Latina. Los demás movimientos pro vida estuvieron atentos y solidarios con los argentinos. Y ahora ya saben de lo que es capaz el pueblo pro vida cuando se pone en marcha. Population Research Institute – PRI ha acompañado activamente este proceso. Sus oficinas de América Latina y Europa, y especialmente la nueva División, RELEASE, han tenido un papel muy importante en esta batalla en Argentina. Muchos grupos y personas en Argentina encontraron en nuestros consejos y análisis el camino para construir este éxito. Ahora el mismo PRI se pone en primer lugar para replicar el modelo. Para que esta gran victoria se convierta en un nuevo aliento para que todos los que defienden la vida y la familia se animen a levantar su voz y no tengan miedo a los que quieren imponer la cultura de lo políticamente correcto.
Como digo, una gran victoria para la vida y la familia. Y hemos podido ser parte de ella. Gracias, argentinos.